Ojo Crítico.

Rodolfo Cerdas Cruz
Septiembre 01, 2007

Desde hace mucho tiempo en Costa Rica parece imposible pensar con cabeza propia y dejar de copiar los modelos y las fórmulas que nos recetan las instituciones financieras internacionales, como el Fondo Monetario (FMI) y el Banco Mundial (BM).

Como si fueran verdades absolutas o mandamientos de la ley de Dios, adoptamos los famosos PAE (Programas de Ajuste Estructural), que el pensamiento único presentaba como inobjetables y salvadores. Luego nos llegaron los dogmas del Consenso de Washington: la liberalización, la privatización y la austeridad fiscal a toda costa. El BM, y sobre todo el FMI, acudieron al secretismo para evitar las discusiones y los cuestionamientos, pese a que con ello se evidenciaba su estilo antidemocrático y su arrogancia.

¡Ay de quienes preguntaran y pidieran explicaciones! Anatema de comunista, de tonto, ignorante y primitivo caería sobre él. Por eso es impagable que nada menos que Joseph E. Stiglitz, premio Nóbel de Economía, exjefe del Consejo Económico Presidencial de Clinton y exjefe de economistas del BM, fuera quien nos revelara cómo los PAE fracasaron y más bien causaron hambre y disturbios en todas partes; cómo favorecieron a los más ricos y hundieron en mayor miseria a los pobres; cómo la liberación comercial, unida a altos tipos de interés, aumentó el desempleo e incrementó la pobreza; cómo la privatización, sin eficaces garantías de competencia y vigilancia para evitar nuevos monopolios privados, acreció el precio de los bienes y servicios; y cómo una austeridad fiscal a toda costa solo aumentó el paro, agravó el descontento y causó más pobreza y grave caos social y político.

Las recetas “talla única” del FMI, reveló Stiglitz, empeoraron los males que buscaban resolver y demostraron que no hay que copiar servilmente eslóganes económicos. Esto hace legítimo preguntarse si nuestros economistas y políticos han aprendido estas lecciones o si siguen, modositos y contritos, copiando las recetas que les envían estos nuevos becerros de oro. Es hora de hacer una crítica rigurosa a estas experiencias desde una óptica propia, que nos permita adoptar políticas realmente acordes con el interés nacional y no con el de “la comunidad financiera mundial”, que, como reveló Stiglitz, el FMI representa.

En Costa Rica, desde el siglo antepasado, sus líderes osaron pensar con sus propias cabezas y no claudicaron ante la imposición foránea. Así fue cómo construyeron una nación excepcional, democrática, próspera e independiente, de la cual estamos legítimamente orgullosos.
(La Nación)

Comentarios
Septiembre 2, 2007 09:00 AM
Luis Paulino Vargas Solís dijo:
Seguramente don Rodolfo no lo sabe, pero es simplemente inexacto decir que “los costarricenses adoptamos”, como “si fueran verdades absolutas”, los PAE’s, así como las diversas recetas que, con mínimas variantes, les dieron continuidad. Algunos sí. Otros no. Mejor fuera no generalizar.

No sé dónde habrá estado por entonces el señor Cerdas, pero justo como premio por oponerse a estas recetas, Oscar Arias regaló, allá por 1987, palo y gases lacrimógenos -en pleno centro de San José- a campesinos que protestaban contra las aperturas lideradas por Eduardo Lizano. Y ya por entonces este servidor se estrenaba como aprendiz de cientista social (en lo cual sigo hasta la fecha), intentando un análisis crítico de los PAE’s.

Admito que, en efecto, es cierto que a algunos ticos -pero no a “los” ticos, en genérico- les cuesta pensar por cabeza propia. De ello creo que da buena muestra don Rodolfo, cuando se siente en la necesidad de recurrir a Stiglitz para enterarse que en el mundo existen posiciones críticas frente a las recetas del neoliberalismo.

Como si en Costa Rica esto no fuese un tema que haya sido abordado críticamente por las ciencias sociales. Incluso, y de nuevo (y más modestamente que nadie), por el aprendiz de científico social que esto escribe.

Cuestión de revisar los archivos de alguna buena biblioteca nacional. Quizá la de la UCR. Don Rodolfo podría encontrarse con alguna grata (o acaso ingrata, no lo sé) sorpresa: la de que nosotros -antes que Stiglitz- hemos producido intelectualmente sobre estos temas. Y que lo hemos hecho críticamente, y váyase a saber sino hasta con cierta calidad académica y científica.